por Ivo Fiz - abril 1, 2024
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Con tan solo 10 años de edad, comencé a mentir a mis compañeros de colegio acerca de mis calificaciones académicas.
Ellos pensaban que era un alumno ejemplar, cuando, en realidad, tenía serios problemas para seguir adelante con mis estudios. Sin embargo, me sentía tan avergonzado por no cumplir con sus expectativas, que prefería mentirles. 4
Ya con 15 años, logré revertir la situación y me convertí en un alumno modelo; tiempo después, me licencié en la universidad como uno de los primeros de mi promoción. Sin embargo, mi subconsciente siguió saboteándome durante años; en el fondo, sentía que no era suficientemente bueno y debía esforzarme muchísimo más, o de lo contrario, la gente terminaría por darse cuenta.
Si alguna vez has tenido sentimientos o pensamientos del estilo “no tengo talento”, “no sirvo para esto” o “la gente va a acabar dándose cuenta de que en realidad no soy tan bueno”, quédate. Te garantizo que hoy vas a ponerle solución.
Vamos a dividir este tutorial en cinco grandes áreas.
Antes de abordar qué es el síndrome del impostor, permíteme compartir contigo una cita de uno de los mayores publicistas de la historia.
Como quizás ya sepas, yo me dedico a la redacción para marketing y publicidad; soy lo que se conoce como copywriter y sé que buena parte de nuestra audiencia son profesionales o personas que quieren dedicarse a esta profesión.
Creo que es muy representativa la cita de David Ogilvy, que en su momento escribió y dijo: “El redactor vive con miedo: ¿tendrá una idea o una gran idea antes del martes? Nunca me siento a escribir un anuncio sin pensar: Esta vez voy a fallar”.
Esta cita pone de manifiesto que incluso los mayores y mejores profesionales tienen dudas sobre su talento y sobre sus capacidades; o lo que es lo mismo, sufren el síndrome del impostor.
El síndrome del impostor es un cuadro psicológico en el cual te sientes incapaz de interiorizar tus logros y sufres un miedo, habitualmente persistente, de ser descubierto como un fraude.
Aquí me gustaría matizar lo siguiente: como una de las terminologías que se utilizan es la de síndrome, muchos estudios han tendido a analizar las causas internas; han tendido a concebir este fenómeno como algo que surge del yo hacia el exterior.
No obstante, hay algunos estudios más recientes que tienden a favorecer el estudio del exterior como el causante de este fenómeno, de manera que se utilizan otros términos que no sean el de síndrome.
El síndrome del impostor tiene muchos nombres: el síndrome del fraude, el fenómeno del impostor, etc.
Su nombre científico es dismorfia productiva.
Lo primero que has de tener presente es que no se trata, o no está reconocida como patología clínica por la comunidad médica internacional. Aunque sí es un problema psicológico que ha sido estudiado académicamente y que, por supuesto, es tratado en el mundo de la psicología y la psiquiatría.
Más aún, el término “fenómeno del impostor” fue acuñado por primera vez por dos especialistas en este ámbito, Pauline Clance y Susan Imes, en 1978, en un artículo denominado “The Imposter Phenomenon in High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention”.
Tal y como su propio título indica, se centraron en el estudio de mujeres exitosas en el ámbito profesional. Y eso también se debía a la hipótesis de que el fenómeno del impostor tiene una mayor incidencia en mujeres que en hombres.
Estudios posteriores al publicado por Pauline Clance y Susan Imes han arrojado resultados inconclusos. De manera que no está del todo claro si hay una mayor incidencia en un sexo o en otro.
Lo que sí parece más evidente, y de hecho la propia Pauline Clance y Gil Matthews, profesor de psicología de la Universidad Dominicana de California, en 1980 llevaron a cabo una encuesta y pudieron acreditar que este fenómeno afecta, en algún momento de su vida profesional, al 70% de los profesionales.
De hecho, ha habido múltiples estudios al respecto, de manera que esto debería contribuir a reducir tu ansiedad y, en general, la de todos nosotros respecto a sufrir esta sensación de sentirnos como un impostor.
Ahora, ya para terminar respecto a la definición, sí quiero aludir al efecto o al fenómeno opuesto conocido como Dunning-Kruger. No es otra cosa que la incapacidad de las personas incompetentes para reconocer su incompetencia.
De manera que, si buscamos explicación a ese 30% de personas que no sufren el síndrome del impostor en ningún momento de su vida profesional, quizá se deba al hecho de que, en realidad, están sufriendo el efecto Dunning-Kruger. Esto es solamente una teoría particular por mi parte, pero me parecía simpático explicártelo.
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Lo primero que debes tener en cuenta son una serie de síntomas habituales que puedes identificar en tu comportamiento y en cómo te sientes, para así reconocer la situación,
Por supuesto, el síndrome del impostor puede manifestarse con otros síntomas, pero estos son suficientemente representativos como para que logres identificar este fenómeno, si es que lo estás sufriendo
Permíteme darte un ejemplo del mundo del copywriting o la redacción publicitaria. Todo texto de marketing y ventas necesita seguir una estructura persuasiva. Esto supone incluir una serie de elementos que contribuyen a persuadir o convencer al destinatario de que haga algo.
Uno de los elementos más importantes es la idea fuerza: un gancho que capte la atención y, después, se ramifique a lo largo de todo el texto.
Supongamos que hemos identificado una idea que resulta muy atractiva, y comenzamos a desarrollarla, pero, al de poco tiempo, pensamos que no es suficientemente buena y buscamos otra idea.
Entonces, comenzamos a desarrollarla y ocurre lo mismo. No es suficientemente buena. Y buscamos otra y, así, sucesivamente
No logramos mantener el foco en una idea fuerza, porque sufrimos la sensación de que no somos suficientemente buenos.
Pasemos ahora a identificar las causas y los disparadores que provocan esa sensación de fraude, de no tener talento, o de no estar capacitado. Al conocer la raíz, podemos comprender mejor este síndrome y, por supuesto, resolverlo.
Para empezar la educación que hemos recibido es un factor de gran influencia. Hay muchas casuísticas.
Por ejemplo tenemos a los niños a los que se les dice, desde de la más tierna infancia, que tienen un talento natural para hacer las cosas. Sin embargo cuando crecen, se dan cuenta de que necesitan esforzarse para hacer determinadas tareas, e intentan esconderlo., porque no quieren que la gente descubra que realmente no son tan talentosos, o eso es lo que piensan.
Por otro lado, también tenemos el fenómeno de los hermanos. A veces, los padres o la familia consideran que uno es más inteligente que el otro, y tienen una predisposición a juzgar de una forma el trabajo y la actividad de uno, frente a la del otro.
Eso provoca que aquel que es percibido como menos talentoso se sienta después como un impostor, cuando logra hacer las cosas bien.
Por último, y esto no es una lista cerrada, tenemos el caso en el que se inculca a un niño la idea de que no puede mostrar vulnerabilidades, o que tiene que hacer las cosas bien a la primera
Esto es una losa que pesa enormemente después en la edad adulta.
Cuando probamos algo por primera vez o estamos en una etapa temprana de nuestra carrera profesional, es muy probable que nos sintamos como impostores.
Hay algunos estudios al respecto que ponen de manifiesto que el 86% de los jóvenes sienten esta sensación, al comienzo de su carrera, lo cual, es absolutamente comprensible.
Aunque se disponga de una titulación, la falta de experiencia les hace sentirse inseguros.
Ahora bien, esto también puede afectarnos en cualquier momento de nuestra trayectoria profesional -incluso aunque ya seamos personas maduras-, por el solo hecho de que estemos probando algo nuevo o abordando una nueva carrera profesional
Finalmente tenemos todo el ámbito de la presión social.
Cuando nuestro entorno, nuestro gremio o incluso la sociedad -en el caso de celebridades o figuras relevantes- nos perciben como grandes profesionales, sufrimos la presión de tener que cumplir con las expectativas que se han establecido a nivel social.
A menudo, esta presión provoca momentos de crisis.
Actores como Meril Streep o Tom hanks han reconocido abiertamente haber sufrido esta sensación en algún momento de su carrera.
Sheryl Sandberg, ex-directora de operaciones de Facebook o Howard Schultz, ex-CEO de Starbucks también han reconocido que han sufrido la presión y se han sentido como impostores en sus propios puestos.
Hay un concepto, del que quizá hayas oído hablar, pero puede que no lo hayas ligado necesariamente con el síndrome del impostor. Me refiero a la “zona de confort”.
Este término fue acuñado por James Newman, en su obra “Release your breaks” -o Libera tus frenos- que te recomiendo leer.
La cuestión es la siguiente. Sobre todo en la edad adulta, cuando tenemos que salir de nuestra zona de confort, generamos resistencia. Esa resistencia se manifiesta, muy a menudo, como el síndrome del impostor.
Es nuestra forma de justificar la inactividad.
Se produce una desconexión entre tus logros objetivos y cómo te sientes al respecto.
En gran parte, esto se debe a sesgos cognitivos. Hay una gran variedad. En esta ocasión, voy a presentarte tres:
Si sufrimos síndrome del impostor, y llevamos a cabo un trabajo, tendemos a creer que el resultado positivo, no es nuestro mérito sino una consecuencia de las circunstancias.
Sin embargo, si vemos el trabajo bien hecho por parte de otra persona, consideramos que ese resultado positivo se debe al talento de esa persona.
Si lo piensas, es un razonamiento enfermizo.
En definitiva, somos víctimas de lo que se conoce como “profecía autocumplidora”. De forma inconsciente, llevamos a cabo acciones que nos lleven a fracasar.
Ahora debemos dar un paso más allá y conocer los distintos tipos de síndrome del impostor.
Voy a tomar como referencia la obra de Valey Young de 2011, “The Secret thoughts of successful women: Why capable people suffer from the syndrome and how to thrive in spite of it”.
Podría traducirse como “Los pensamientos secretos de las mujeres exitosas: por qué la gente capaz sufre del síndrome del impostor y cómo prosperar a pesar de ello”.
Esta autora plantea una tipología muy interesante y que seguramente puedes reconocer en ti.
Voy a explicarte cada uno de estos tipos y, además, voy a darte una serie de técnicas para superar el síndrome en función de la tipología.
Además, voy a plantearte unos nuevos patrones de percepción. Son muy sencillos porque se trata de frases en forma de pensamiento, que te permiten reformular la manera en la que percibes las cosas.
Veamos en primer lugar los tipos:
Si has prestado atención a la explicación de las raíces del sindrome del imposto durante nuestra educación y nuestra infancia, vas a percatarte de que muchos de estos estereotipos se deben a la educación que hemos recibido previamente.
Se fija objetivos y estándares extraordinariamente altos, de manera que al no poder alcanzarlos, se frustra y se siente como un impostor.
Los nuevos patrones de percepción que debemos implementar son los siguientes. (Y aquí me me pongo yo como principal ejemplo, porque soy un perfeccionista nato, y he tenido que aplicar estas técnicas:
Esto quiere decir que algo nunca es perfecto en términos absolutos. Cuanto más mejoras en tus habilidades y más experiencia ganas, mejor lo vas a hacer y tu estándar de calidad va a subir.
Intentar que algo sea perfecto es absurdo. En su lugar, céntrate en que algo funcione y genere resultados. Ése es el verdadero objetivo del trabajo.
Cuando has conseguido generar resultados, es cuando puedes optimizar y volver a optimizar y volver a optimizar.
Los perfeccionistas como yo nos planteamos estándares y objetivos tan inalcanzables que no disfrutamos del proceso.
No disfrutamos de esos pequeños logros que, sin embargo, son indispensables para alcanzar lo que deseamos.
Cree que pedir ayuda demuestra su incompetencia o su falta de valía.
Las personas que han sido educadas con esta ideología deben de sentirse en un entorno hostil constantemente. Es en los entornos hostiles donde has de tener cuidado con mostrarte vulnerable, porque te pueden atacar. Sin embargo, en un entorno profesional saludable, no hay ningún problema en pedir ayuda. Todo lo contrario.
Y eso es lo que te planteo a la hora de reformular tu percepción:
Lo primero que debes hacer es pedir ayuda y delegar aquellas tareas en las que quizás no seas suficientemente bueno, o cuya dedicación no es productiva para ti, porque eres muchísimo mejor en otras.
Esta es una forma más saludable de concebir y convivir en tu entorno de trabajo.
El experto quiere saberlo todo antes de entrar en acción. A menudo, cree que los demás tienen más conocimiento que el que realmente tienen.
Yo también me incluyo en esta casuística y te te confieso que esto es para mí un una pesadilla. Cada vez que decido crear un nuevo tutorial debo hacer esfuerzos conscientes para no pensar que todo el mundo ya sabe lo que voy a explicar, sino todo lo contrario.
Debo reconocer conscientemente que la mayoría de las personas no saben la información que voy a transmitir. De lo contrario entro en un bucle obsesivo, en el cual me obligo a buscar más información, ser aún más original, ser aún mejor y no termino de publicar los tutoriales; ni siquiera comienzo a crearlos.
Si sientes algo parecido te recomiendo adoptar estos nuevos patrones de percepción:
Éste cree que el éxito debe surgir con fluidez y rapidez. Cree que si algo no le sale bien a la primera y ha tenido que esforzarse, es un incompetente.
Esto es habitual entre los niños con mucho talento en su infancia. De repente, se encuentran con desafíos a la hora de seguir progresando y, como estaban acostumbrados a que algo les resultase fácil, el solo hecho de que haya dificultades o errores les lleva a concluir al extremo opuesto: que no tienen talento en absoluto y son unos impostores.
No permitas que eso te ocurra y adopta estos nuevos patrones de percepción:
No es cuestión de ponerte a hacer algo e instantáneamente lograr el resultado. Todo tiene un proceso. Debes equivocarte para aprender y para descubrir cómo se hace bien, y eso no es incompatible con tu genialidad.
Este se obsesiona con superarse a sí mismo, con la idea de trabajar duro y ser mejor que los demás. Esto hace que se sienta permanentemente agotado.
Aquí tienes los nuevos patrones de percepción:
La validación externa -superar a los demás o lograr que otros reconozcan que somos talentosos- contribuye a reconocer una realidad, pero no es el único indicador.
Si pretendemos ser capaces de abarcar todo, trabajar mejor y más fuertemente que los demás en todo momento, el principal resultado que vamos a conseguir no es el éxito, sino el agotamiento.
Voy a darte una sencilla receta de tres preguntas, que puedes hacerte cada vez que sientas esa sensación de ser un impostor en un proyecto específico.
Al fin y al cabo, uno puede tener esa sensación de insatisfacción o incapacidad de forma general. Sin embargo, lo importante es que, cuando llega un nuevo proyecto o un nuevo cliente, seamos capaces de decir que sí, aceptarlo y ejecutar la tarea proyecto de la mejor forma posible.
Las preguntas son:
Esta última pregunta afecta a un factor importante que, a menudo, se ignora. Se tiende a pensar que el síndrome del impostor es solamente un fenómeno psicológico que no está alineado con la realidad. Sin embargo, puede haber ocasiones en las que haya factores objetivos que justifiquen nuestros miedos.
Lo que pasa es que los percibimos de forma acrecentada, y se vuelven un obstáculo insuperable.
Tienes que corregir tus hábitos de pensamiento. Esto es algo que ya hemos comenzado a hacer cuando hemos visto los cinco tipos de síndrome del impostor.
Ahora, voy a darte una metodología más sofisticada.
En primer lugar, tienes que diferenciar tus emociones, de los hechos.
Recuerda que el síndrome del impostor genera esa desconexión entre la realidad y nuestros sentimientos. Cuando te sientas incapaz o pienses que los demás van a darse cuenta de que no eres suficientemente bueno, debes parar un momento y analizar la situación.
Cuál es la realidad a nivel objetivo y separarla o por lo menos diferenciarla de tus emociones porque separarla es imposible los seres humanos somos criaturas emocionales es más entramos en
No se trata de renunciar a tus emociones sino diferenciarlas y aprender a gestionarlas.
Esto abarca tus ideas preconcebidas, las expectativas que crees que los demás tienen de ti, y la educación que has recibido a lo largo de tu vida.
De manera que, cuando estés siendo muy crítico con tu trabajo, ponte en el lugar de otra persona que no te conozca y que no tenga expectativas sobre ti.
Imagina que estás en otro país, que nadie te conoce, que no te juzgan y que puedes ser quien quieras ser.
En segundo lugar cuando recibas algún tipo de crítica o se te pida realizar un cambio sobre tu trabajo, no no lo concibas como una evidencia de que eres incompetente.
Por cierto, esto es muy habitual en el mundo del copywriting y la redacción de contenidos. Tu cliente o empleador puede pedirte modificaciones sobre el texto que has escrito.
Analiza las instrucciones que te dieron a la hora de realizar ese texto. Si las has seguido, no te has equivocado, ni eres incompetente.
Sencillamente, el cliente puede haber cambiado de parecer, o puede preferir otra idea alternativa.
Como profesional, estás en un constante proceso de aprendizaje y mejora.
Para adoptar una perspectiva más constructiva de la realidad, es esencial aprender a reformular nuestro pensamiento. Esta habilidad es especialmente útil para combatir el síndrome del impostor. A continuación, exploraremos varios ejemplos y situaciones con un enfoque detallado en cómo puedes cambiar tu mentalidad.
La afirmación “no puedo hacerlo” es un reflejo común del síndrome del impostor. Sin embargo, si cambiamos esta frase por “no lo he hecho nunca”, inmediatamente transformamos un límite autoimpuesto en una observación objetiva que reconoce la posibilidad de crecimiento. Este cambio nos permite entender que la falta de experiencia previa no es una barrera insuperable, sino un punto de partida hacia la adquisición de nuevas habilidades.
Muchos freelancers se encuentran diciéndose a sí mismos “no puedo conseguir clientes”, una creencia que puede ser paralizante. Al reformular este pensamiento como “aún no he conseguido mi primer cliente”, se adopta una actitud más abierta y esperanzada que reconoce tanto la situación actual como la posibilidad de cambio. Este enfoque alienta la persistencia y la exploración de nuevas estrategias para alcanzar tus metas.
La preocupación por parecer inexperto frente a clientes más experimentados es un desafío común. Cambiar el pensamiento de “mi cliente se dará cuenta de mi ignorancia” a “puedo aprender mucho de mi cliente” no solo mitiga el miedo sino que también fomenta una mentalidad de crecimiento. Esta perspectiva asume que cada proyecto es una oportunidad de aprendizaje y que los clientes valoran tu disposición a adaptarte y mejorar.
Frecuentemente, nos atascamos lamentándonos por lo que no hemos hecho o temiendo tareas que nos parecen abrumadoras. Al preguntarnos “¿Cómo puedo hacerlo?” o “¿Necesito realmente hacerlo?”, cambiamos de un enfoque pasivo y autocrítico a uno proactivo y pragmático. Estas preguntas nos ayudan a priorizar nuestras acciones y a enfrentar los desafíos con un plan claro, reduciendo la ansiedad y mejorando nuestra eficacia.
La idea de enfrentar grandes proyectos, como escribir una página de ventas, puede generar una enorme presión, especialmente si te consideras novato o insuficiente. La técnica de dividir estas grandes tareas en componentes más pequeños y manejables transforma lo que parece un obstáculo insuperable en una serie de pasos alcanzables. Este enfoque reduce significativamente la resistencia y aumenta la sensación de competencia a medida que completas cada etapa del proyecto.
Comprender la Ley de Parkinson y el Principio de Pareto puede revolucionar tu forma de trabajar. Al aceptar que el trabajo se expandirá para llenar el tiempo disponible, puedes ajustar tus plazos para ser más eficiente. Además, enfocándote en el 20% de las tareas que producen el 80% de los resultados, optimizas tus esfuerzos hacia lo que realmente impacta en tus objetivos. Estos principios te guiarán para trabajar de manera más inteligente, no más dura.
Anticipar y prepararse para posibles contratiempos te permite manejarlos con mayor confianza si ocurren. Esta preparación incluye desde cómo abordar solicitudes de cambios por parte de clientes hasta cómo manejar la crítica constructiva, convirtiendo cada situación en una oportunidad de aprendizaje y mejora.
Al profundizar en estos ejemplos y consejos, buscamos no solo ofrecer una guía para reformular el pensamiento sino también brindar herramientas prácticas que puedas aplicar en situaciones reales. Este enfoque detallado te ayudará a construir una mentalidad más resiliente y proactiva, esencial para superar el síndrome del impostor y avanzar en tu desarrollo profesional.
Ahora que tienes una metodología simple para enfrentarte al síndrome del impostor en proyectos o trabajos específicos, vamos a explorar algunas estrategias preventivas. Estas tácticas forman parte esencial de este tutorial y están diseñadas para fortalecer tu confianza profesional.
Primero, es crucial identificar y reafirmar por qué has elegido tu carrera o proyecto profesional. Es recomendable que anotes los motivos que te impulsan en esta dirección. Ser consciente de tus razones te ayudará a mantener tu motivación a largo plazo, evitando que el síndrome del impostor tome fuerza. Piensa en ello como en una balanza: cuanto más consciente seas de tus motivaciones, menos espacio habrá para la duda. Esta claridad te servirá como un faro, guiándote a través de desafíos y recordándote por qué vale la pena perseverar.
En segundo lugar, es vital reconocer y celebrar tus logros. Personalmente, llevo un diario donde anoto mis éxitos diarios, por menores que sean, junto con mis logros profesionales más significativos. Crear este registro no solo fomenta un entorno positivo en tu mente sino que también te recuerda tus capacidades y lo que has conseguido. Un portafolio profesional actúa de la misma manera, especialmente para copywriters y creadores de contenido, demostrándote a ti mismo y a tus potenciales clientes tu valía. Además, publicar testimonios de clientes en tu web y redes sociales no solo valida tu trabajo ante otros sino que también refuerza tu autoestima profesional.
Contrario a la idea de evitar comparaciones, te animo a transformarlas en algo constructivo. Es natural compararnos con otros, pero la clave está en hacerlo de manera que fomente nuestro crecimiento. Por ejemplo, al admirar el trabajo excepcional de otro profesional, en lugar de sentirte menos capaz, reflexiona sobre cómo puedes alcanzar un nivel similar. Recuerda que cada persona tiene su trayectoria única, y lo importante es lo que puedes aprender de ellos.
Finalmente, compartir tus inseguridades con colegas o en foros profesionales puede ser increíblemente liberador y revelador. Descubrirás que no estás solo en tus sentimientos de impostor. Incluso, ser abierto sobre tus miedos públicamente puede ser un paso valiente hacia superarlos. En mi caso, hablar sobre mis propias dudas y temores no solo ha sido terapéutico sino que también ha ayudado a construir una conexión más profunda con mi audiencia y clientes. Aceptar y vocalizar tus miedos forma parte de un proceso de maduración y crecimiento profesional.
Estas estrategias no solo te equiparán para manejar el síndrome del impostor cuando surja, sino que también fortalecerán tu autoestima y confianza en tu carrera. Recuerda, el viaje profesional es una maratón, no un sprint. Aprende, crece y, sobre todo, reconoce tu propio valor.
Ahora, me encantaría conocer tu opinión sobre este tutorial y tu experiencia con el síndrome del impostor. Si este contenido te ha ayudado, por favor, deja un comentario.
Además, recuerda que puedes apuntarte gratuitamente a nuestro curso de copywriting.
AUTOR
Ivo Fiz
Copywriter, Speaker & CEO
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